martes, 14 de septiembre de 2010

ALBARRACÍN: PINARES DE RODENO




Si tuvieramos que elegir las localidades aragonesas más bellas en cada una de las tres provincias, sin duda serían Sos del Rey Católico en Zaragoza, Alquezar en Huesca y Albarracín en Teruel. Estas dos últimas tienen mucho en común y no me refiero solamente a su origen arabe, sino a la afluencia en los últimos tiempos de numerosos aficcionados a la escalada. 


En Albarracín no tenemos grandes paredes sino cientos de enormes bloques de roja arenisca que surgen entre los pinos del rodeno como arte de magia.

 

Esa magia que hace más de 5000 años atrajo a esos cazadores a dibujar en los abrigos de estos bloques numerosos figuras de toros y arqueros que sorprenden por su perfecta conservación.


Fue un buen amigo escalador de la vecina Ricla quien me recomendó recorrer el paisaje de los pinares de Rodeno con la BTT y para allá que nos fuimos tras descargar varios tracks del wikiloc.
Partiendo del mismo casco urbano de Albarracín remontamos por una pestosa pista que a pasos agigantados gana desnivel para perderlo antes de adentrarnos en el pinar. Una vez entrado en el único espacio natural protegido de Teruel, enseguida comprendemos la singularidad del lugar. 


El olor a la resina mezclado con las jaras nos envuelve y pronto nos acercamos a los numerosos abrigos a contemplar las pinturas rupestres del arte levantino.

 
Los bloques rojos son surcados por escaladores venidos de toda Europa que armados con colchonetas realizan pasos de escalada de dificultad sin ningún afan de alcanzar ninguna cima o gran pared. Es la escalada de bloque o boulder que en Albarracín ha alcanzado fama mundial por su extraordinaria roca.
 

Entre escaladores nos movemos con nuestras bicicletas y también nosotros probamos la adherencia de la arenisca pero bajando con la bici por muros que de otra forma no nos atreveríamos a probar.


Alcanzamos el Mirador del Puerto a 1530 metros de altitud desde donde contemplamos la gran mancha del pinar antes de introducirnos en un gran lapiaz que supone el camino de Albarracín a Bezas. 


Una rápida bajada por pista nos vuelve de nuevo a Albarracín cuyo casco urbano no nos podemos perder. 



El laberinto de calles se hace más ameno si lo recorremos en bici y más si le damos la vuelta siguiendo el paseo fluvial del río Guadalaviar pero sabiendo que nos tocará echarnos la bici al hombro de vez en cuando.




Una buena vuelta "deportivo cultural" que merece la pena recorrer.


                   

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